Fue en 1844 cuando el filósofo alemán Karl
Marx publicó el escrito en el que aparece reflejada una de sus citas más
famosas, la que dice eso de que la
religión es el opio del pueblo, y yo no dejo de pensar que la esencia de
esa cita sigue estando de rabiosa actualidad.
Marx y los que comparaban la religión con el
opio se referían a ella en estos términos por la capacidad que tienen las creencias
religiosas de perseguir el pensamiento libre (los hechos se aceptan sin más y basándose únicamente en la fe) y porque sirven para mantener a las personas aletargadas.
Estas características, que tan bien le han venido a las elites que han
detentado el poder a lo largo de la historia, no son sólo aplicables al ámbito
de las creencias religiosas ya que, hoy en día, parece que la capacidad de
tener subyugada a la gente sin preocuparse de nada más no la tiene la religión,
sino que la tiene el fútbol.
No quiero ofender a ningún aficionado al fútbol (yo misma lo soy)
pero los hechos están ahí y sólo hay que tirar de hemeroteca para ver que este
deporte es como una religión para mucha gente. Llevamos años sufriendo una de
las crisis más bestiales que hemos tenido que soportar nunca y, sin embargo, ni
una sola de las manifestaciones que se han convocado han conseguido atraer a
tanta gente como la que ha acudido a las concentraciones en las que se ha
celebrado que la selección española de fútbol ha ganado algún título
internacional. Y no sólo eso, sino que nuestros propios gobernantes, plenamente
conscientes de lo que el fútbol consigue, han aprovechado la
cercanía con partidos de esos que paralizan al país para hacer anuncios vitales
o es que ¿ya no os acordáis de que el día que Rajoy anunció el rescate de la banca española fue el mismo en el
que España debutó en la Eurocopa 2012?
Este fin de semana se han producido una serie de hechos que demuestran, una
vez más, lo importante que es el fútbol en nuestra sociedad. Y el
problema es que en este caso estamos mezclando dos cosas que no deberían
confluir, bajo ningún concepto, política y deporte. Partiendo de que estos
hechos son absolutamente lamentables, lo que verdaderamente me parece triste es
el tratamiento que se le está dando a esta noticia. La muerte de cualquier ser
humano en circunstancias violentas es muy triste pero da la sensación de que la
muerte de este hincha de fútbol está en una categoría
superior. Por establecer comparativas, desde 1982 han muerto nueve personas por
culpa de la violencia entre aficiones de fútbol mientras que en la última
década 700 mujeres han sido asesinadas por sus parejas y más de 60 niños han
muerto a manos de sus propios padres y, sin embargo, la mayoría de las veces no
llegamos a verles la cara ni llegamos a saber su nombre, y, ni se crea alarma
social ni el hecho se convierte en trending topic. Repito, la muerte de este
hombre es muy triste, primero por la familia que deja atrás, segundo por su
crueldad y tercero por sus motivos, pero, casi a diario, se producen muertes
igual de injustas y, a veces, mucho más violentas y, en cambio, no se le da la
misma importancia a nivel de sociedad ni la misma relevancia a nivel institucional
o a nivel de medios de comunicación. Y yo me pregunto ¿cuál es el motivo por el
que la muerte de Francisco José Romero Taboada “Jimmy” está siendo noticia de primera magnitud?
La explicación es muy sencilla y se debe a dos factores: la importancia que
el fútbol
tiene en nuestra sociedad y la constatación de que ciertos grupos de extremistas
campan a sus anchas por nuestros campos de fútbol. No voy a meterme a hablar
del trasfondo político que hay detrás de todos estos grupos de energúmenos
porque es un asunto que daría para otro artículo pero, también hay que decirlo,
me alegro enormemente que ciertos medios de comunicación estén poniendo el
énfasis en este aspecto dejando a un lado lo que es deporte en sí. El deporte
es deporte y debería estar alejado de cualquier connotación de índole política
y totalmente libre de carga ideológica y así lo entienden la mayoría de
aficionados. Otra historia es que los grupos de extremistas (de
izquierdas y derechas, qué más da) utilicen el fútbol como excusa para
hacer lo que más les gusta: ser violentos.
El problema es el de siempre, todo lo que ocurre en relación con el fútbol adquiere una importancia descomunal porque hay
demasiados intereses creados en torno a este deporte. Por eso me parece fatal
como está siendo tratada la noticia. Lo importante no es que un aficionado al fútbol
haya muerto en una pelea, lo importante es que unos descerebrados de ideología
fascista se pegaron hace unos días con otros descerebrados de ideología de
extrema izquierda usando como excusa que había un partido de fútbol.
Y esa debería ser la noticia.
Que el fútbol sea tan sumamente importante en nuestras vidas, hasta el
punto de que es capaz de eclipsar la verdadera esencia de los hechos ocurridos ese
domingo, es algo que me preocupa y me hace pensar que, efectivamente, el fútbol
ha sustituido a la religión como el opio del pueblo. A ver si para la siguiente
es la cultura la que se convierte en el opio del pueblo.
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